El invierno y el destino
Era invierno, uno de los más fríos que recuerde, las lluvias constantes mantenían la tierra húmeda, las mañanas eran muy gélidas y siempre amanecía con una densa nebulosa que no permitían ver nada. Ese invierno nunca imaginé que terminaría durmiendo con la novia de mi amigo. Debido a unos arreglos en mi piso tuve que dejarlo por unos días, fue sin previo aviso y, no pude reservar nada para hospedarme durante los arreglos. Tenía unos 25 años. Me alojé una noche en el departamento de mi mejor amigo, para la otra noche, como era sábado tenía presupuestado juntarme con unos amigos y amigas, y quedarme en casa de los anfitriones hasta que amaneciera, para luego tomar desayuno con mi madre. Pero el destino quería otra cosa para mí. Para mi suerte, a esa junta de amigos llego Laura y Juan, conocidos míos del barrio.
Eran novios y llevaban ya tiempo juntos. Cabe señalar que con Laura nos teníamos muchas ganas desde hace mucho tiempo, pero por distintas razones nunca pasó nada.Entre lo ameno del ambiente les conté mi pesar a todos, de no tener donde dormir por unos días, y mis planes para esa noche, fue ahí donde supe lo que pasaría. Laura se acercó y preguntó -¿por qué no me contaste? Quédate en mi casa cuanto tiempo quieras.
Risas y sorpresas
Cuando llego el momento de irnos, Juan estaba borracho, con Laura lo llevamos a casa de ella, entramos y me mostró mi cuarto, era acogedor, tenía una cama y un velador, estaba junto a su cuarto. Descorchamos una botella de buen vino chileno, que compramos en el camino a su casa, y nos sentamos a la mesa a beber y conversar, Juan terminó de emborracharse, tanto que tuvimos que llevarlo a su cama. Nosotros ya nos mirábamos muy intensamente, y al momento de quedar solos en la mesa, nos acercamos mientras reíamos y conversábamos. Ya quería desnudarle por completo, ella coqueteaba y jugaba con su cabello, yo la abrazaba y acariciaba su rostro, entre risas y copas de vino, la tomé por sorpresa y la besé, ella respondió ardiente, nos besamos apasionados, tomé su cabello y metí mi lengua en su boca, primero rozando sus labios y luego desenfrenado, casi penetrándola con mi entrometida lengua.
Nos detuvimos luego mirándonos atónitos, yo no sabía si seguir o no. Lo pensé por un segundo, (el novio dormía en la alcoba del fondo) pero me decidí, terminaría durmiendo con la novia de mi amigo. La tomé con fuerza por sus caderas y, la gire hacia mí. Ella, sin resistir alzó sus brazos por sobre mis hombros, acariciando mi cabello. Mi lengua, comenzó a recorrer su cuello mientras mis manos la tocaban entera. Primero su enorme culo, que dentro de los jeans que traía, me volvía loco, luego subía por su cadera hasta llegar a sus pechos, tibios y suaves.
Traía una polera con cuello ancho, que dejaba ver sus hombros. Metí mis manos por su espalda y desabroché su brasier, bajé y comencé a besar su abdomen, con mi lengua rodeaba su ombligo, luego subí para chupar sus pechos. Ella volvía a acariciar mi cabello. Mi pene estaba erecto y duro como un roble, la apretaba contra mí, con mis manos en su culo.
Durmiendo con la novia de mi amigo
Luego, pongo mis manos en sus caderas, y la giro para ponerla contra la pared, ella apoya sus dos manos en la pared y mueve su culo para presionarlo contra mi pene. Yo la presiono con mi cadera para que sienta mi pene bien duro, mientras con mis manos bajo por su abdomen hasta llegar al broche de su pantalón, lo desabrocho, luego bajo el cierre. Puedo sentir su braga de encajes, la dibujo en mi mente, mientras, meto mi mano derecha entre su piel y tan exquisita braga. Al sentir mi mano en su clítoris se agitó. Seguí con mi mano más abajo, hasta colocar mi palma en su clítoris, y la apreté con fuerza contra mi pene, levantándola unos centímetros del piso. Sentí ese gemido tan rico como la humedad que sentí en la palma de mi mano. Comencé a jugar con su clítoris, mientras mi otra mano apretaba sus pechos, presionándolos desde el centro hacia afuera, mi lengua recorría su cuello y mis dientes mordían su oreja. Comencé a bajarle los pantalones, cuando entro en sí, tomó mis manos y me dijo “no”. No lo podía creer, que preámbulo tan rico no acabaría durmiendo con la novia de mi amigo.
Se fue a su alcoba, luego volvió y me trajo ropa para dormir “será mejor que te acuestes” me dijo. Yo, aún en trance, y con una erección intratable, me dispuse a acomodarme en aquel cuarto, cuando ella abre la puerta y se posa en el umbral, traía esas bragas deliciosas de encaje y un baby doll que hacia juego. La tomé de un brazo y la tiré hacia mí, bese su cuello y apreté sus nalgas suaves, la tiré sobre la cama y saque sus bragas, con mi mano derecha tome su vagina y metí dos de mis dedos. Estaba tan mojada, que no tuve que jugar con su clítoris para poder meterlos hasta el fondo. Busque su punto G y la masturbe. Ella se tocaba los pechos, la sentí excitada y le pedí que acabara con mis dedos “me falta poco» dijo, seguí acariciando su punto G, “ya me voy” oí. Metí mis dedos más adentro y mi otra mano la metí en su boca.
Ella se vino retorciéndose de placer, y sin pausa, saco mi mano de su vagina, para poner mi pene ya a punto de estallar de erecto, con mis manos, tomo las suyas por sobre su cabeza y, la envisto una y otra vez, desenfrenado, siento como mi pene llega al fondo, chocando mi cadera con la suya, provocando un sonido en cada golpe, la envisto con fuerza, siento que voy a estallar dentro de ella, me salgo para no acabar, en una conexión enorme, ella, se levanta mientras yo me recuesto, levanta una pierna, y se monta como un jinete experto, sin mayor esfuerzo la vuelvo a penetrar, ella comenzó a mover su cadera, hacia adelante y luego hacia atrás, lento pero intenso. Cargaba su clítoris contra mi cadera de manera de sentir la penetración, y a la vez, el roce de su clítoris, yo jugaba con sus pechos, mirándolos atónito.
Se balanceaban al compás de su cabalgar. Ella cada vez presionaba más contra mí, yo le daba nalgadas mientras me montaba. Pero ya no podía más “me voy” le dije. Ella apresuro el movimiento, yo tomé sus manos y entrelazamos nuestros dedos. Para así darle más equilibrio y poder movernos más rápido. Seguimos el movimiento desenfrenado del placer, sin pudor, sin culpa, sin ataduras y sin miedo a sentirnos vivos. Cuando acabamos nuestras manos estaban casi estrangulándose, ella no se movió de su lugar y, a ratos sentía que apretaba mi pene con su vagina, mi pene aún seguía grande pero no erecto, suficiente para permanecer dentro, ella se recostó en mi pecho, mientras, yo acariciaba su cabello, al cabo de un instante me dice “somos unos calientes”, nos reímos, y acordamos no contar jamás esa aventura, tan osada, de como terminé durmiendo con la novia de mi amigo, con el durmiendo en el cuarto del lado.