Madre soltera retrato

Madre Soltera en Llamas

En el corazón de la ciudad, en un gimnasio repleto de niños y adolescentes, una madre soltera en llamas acompañaba a su hijo como cada sábado en la mañana. Ella era una mujer de 35 años, morena, de ojos cafés y curvas tentadoras. Su cabello siempre estaba recogido en un moño, y su rostro reflejaba la dureza de los últimos años criando a su hijo sola. Sin embargo, a pesar de su apariencia fuerte, se sentía sola y vacía en el interior. Su vida amorosa había quedado en el olvido desde que su ex-pareja la dejó, y ahora solo se dedicaba a su hijo y a su trabajo.

Madre soltera en Llamas

Un sábado, mientras observaba a su hijo practicar baloncesto, su mirada se posó en el instructor del equipo. Él era un hombre joven, de unos veintitantos años, moreno, con ojos verdes que brillaban con una luz especial. Su cuerpo atlético y musculoso se movía con gracia y soltura en la cancha, mientras enseñaba a los niños a lanzar y a defender. A medida que lo observaba, sintió un cosquilleo en el estómago y una oleada de calor recorrió su cuerpo. Su corazón comenzó a latir más rápido y sintió una sensación de excitación que no había experimentado en mucho tiempo.

Su mirada no se despegaba del instructor, fascinada por su fuerza y agilidad. Su mente comenzó a divagar, imaginando tocar su piel trasbocada de sudor y verde olivo. Fantaseaba con la idea de que él la viera, deseara y sedujera, llevándola a un rincón apartado del gimnasio.

Entre los dos surgió una conexión magnética, casi imperceptible para los demás. Él se percató de su presencia y sus miradas se encontraron. Un escalofrío recorrió su espalda mientras él le dedicaba una sonrisa encantadora. Ella sintió que se le aceleraba el pulso, que su boca se secaba y que un sudor frío le recorría la frente. Su cuerpo entero se erizaba de anticipación.

El resto del mundo desapareció a su alrededor, y solo quedaron ellos dos. Él se acercó, lentamente, con pasos firmes y seguros. Ella se quedó allí, inmóvil, sintiendo como sus piernas flaqueaban. Él la tomó de la mano y la condujo a un lugar más privado, dejando atrás el ruido y la actividad del gimnasio.


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Recorriendo sus cuerpos

Sus labios se juntaron en un beso ardiente y apasionado, lleno de deseo y lujuria contenidos. Sus lenguas se enredaron en una de manera sensual y seductora, mientras sus manos recorrían sus cuerpos. Él desabrochó su blusa, exponiendo sus senos firmes y erguidos. Ella gimió de placer cuando sus dedos juguetones acariciaron sus pezones duros y erectos.

Él la empujó contra la pared, levantando una de sus piernas para tener un mejor acceso. La falda que ella llevaba le permitió total libertad, llevaba puesta una tanga diminuta, el con sus dedos buscó su clítoris, ella gimió al sentir su mano jugar con su vagina. El desabrochó su pantalón y saco su herramienta, ella sin dudarlo la tomó y lo dirigió dentro suyo, al sentir el placer de la penetración rodeó su cintura con las piernas, jadeando y gimiendo mientras él la penetraba con fuerza y profundidad. Sus cuerpos se movían en un ritmo frenético y salvaje, cada embestida más intensa y apasionada que la anterior. Sus respiraciones se mezclaban con el sonido de sus cuerpos chocando, creando una sinfonía de placer y éxtasis.

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susurros de pasión

Él susurró palabras sucias y seductoras en su oído, alimentando el fuego de su deseo y lujuria. Ella respondió con gemidos y susurros, rogando por más y prometiendo darle todo lo que él quisiera.

Después de un tiempo, él la llevó al suelo, nunca interrumpiendo su ritmo. Ella se recostó en el frío piso, sintiendo como su cuerpo temblaba de placer. Él se inclinó sobre ella, besándola y acariciándola mientras continuaba penetrándola y moviéndose al unísono.

Finalmente, alcanzaron el clímax juntos, gritando de placer y saciando su deseo carnal. Sus cuerpos se relajaron y su respiración se normalizó, dejando atrás el intenso encuentro sexual.

Ella lo miró, sintiendo una conexión profunda y emocional con él. Él le sonrió. Se arreglaron la ropa y salieron, ambos estaban felices y seguros de volver a repetirlo cada sábado de entrenamiento.

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