La Oportunidad

Siempre que veo a un niño en el supermercado me recuerdo de ella. Debe ser por que fue en ése lugar dónde se encendió la llama. Ya nos conocíamos desde hace tiempo pero siempre la mire con otros ojos. Ella era alta, 1,70 Mts. superior al promedio chileno, una cabellera rubia que pasaba sus hombros, sus ojos eran candentes tenía esa mirada que me erizaba los pelos y hacia hervir mi sangre. Lo que más me gustaba de ella eran sus pechos que parecían dos melones que ya quisiera besarles en plenitud, tener la oportunidad y sentirles en mi cara.

Ella siempre usaba peto que los lucia muy bien, además mostraba su abdomen y un piercing en su ombligo, su otro atractivo físico eran sus piernas que siempre destacaban todas las minifaldas que tanto le gustaba usar. Yo también tenía altura promedio 1,70 mts; ojos negros, cabellera castaña, barba y bigote que me daban un estilo norteamericano, además de un cuerpo esbelto, abdomen plano y piernas fuertes de tanto practicar atletismo.

La Oportunidad Llegó

Sí fue una tarde en el supermercado que nos encontramos de casualidad, era sábado y me disponía a comprar los bebestibles para una fiestilla con los amigos. Cuando en ese momento veo un niño extraviado, me acerco para ayudarlo y al mismo tiempo aparece ella a buscarlo y me agradece tan gentil acto de protección, charlamos un rato y me decido a invitarla a la fiesta, pero me dice que lo lamenta pero tiene que cuidar a su sobrino en casa, en cambio me propuso que si quería le podía hacer compañía en esa tan delicada tarea, como ya le tenía ganas y entendiendo su mensaje acepté entusiasmado.

Cuando llegamos a su casa destapamos unas cervezas y charlamos mirándonos insinuantes. De vez en tanto, al reírnos nos acercábamos y rozábamos nuestros brazos y poco a poco entre risas, más que unTos pocos roces y las cervezas el ambiente se estaba poniendo tenso de deseo, las miradas eran cada vez más penetrantes y la hora de que aquel sobrino pronto se durmiera era un anhelo más que esperado. Una vez llegado ese momento todo volvió al punto de partida producto del ajetreo normal de tremenda tarea. Pero yo no estaba dispuesto a dejar esa oportunidad.

La Tensión se Palpa en el Ambiente

Al cabo de un rato seguimos charlando y la tensión sexual volvió a sentirse, en cada brindis nos mirábamos y a cada carcajada nos acercábamos. El momento ya había llegado, en uno de esos acercamientos busco sus labios carnosos color carmín y los beso suavemente sintiendo mi corazón acelerar y a su cuerpo dejarme hacer de tan esperado beso. El beso duro unos cuantos segundos, seguidos de un silencio sin igual, mientras nuestras miradas llenas de fuego y pasión se entrelazaban provocando una melodía única de ternura y deseo a la vez. Ese momento fue interrumpido únicamente por un segundo beso más apasionado y llevándolo a toda la extensión de nuestros cuerpos, mis manos tomaron su cintura y su cabellera al mismo tiempo, mientras ella tomaba mi cabello y lo soltaba en un acto casi salvaje.

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Digo casi porque era mezclado con sutiles caricias en mi cuello. Estábamos sentados en el sofá y mis manos no dejaban de recorrer su espalda rasguñándola suavemente a ratos, lo cual era respondido con sus brazos apretándome contra su cuerpo. A esa altura ya escuchaba su respiración agitada, lo cual me ponía más salvaje, tomaba su pelo con mi mano y lo jalaba hacia atrás levantando su barbilla dejando descubierto su cuello para besarlo suavemente, fue ahí donde escuche su primer gemido, el cual desato mi locura, no había vuelta atrás estábamos sumergidos en un acto demencial y apasionado. Mis labios la besaban locamente mezclados con suaves roces de mi lengua sobre sus labios y luego mi lengua la atacaba ferozmente mientras mis labios la besaban sutilmente.

La situación se ponía más ardiente y la ropa empezó a molestar. Tome su peto con ambas manos y lo levante, en un movimiento casi instantáneo ella alzo sus brazos permitiendo sacar esa prenda tan sensual, pero que para mis fines ya se tornaba un estorbo. Sin pensarlo dos veces e intuyendo mi desesperación por besar, saborear y engullir todas sus hermosas tetas y también con el propósito de no perder tiempo tratando de desabrocharlo, ella misma saco su sujetador. Dejándome ver en su esplendor sus pechos juveniles, grandes y blancos como la nieve. Sus pezones eran rosados muy ardientes que llamaban a la acción.

No tarde mucho en poner mis labios sobre ellos, no sin antes bajar por su cuello y rodeándolos con mi lengua antes de llegar a sus ya duros pezones. Los muerdo suavemente oigo un gemido de aprobación, sigo besándolos rodeándolos y acercándome a su axila, la cual levanta dejándome besarle por donde se me plazca.

Mucho por Descubrir

A pesar de que me sentía muy a gusto con sus pechos había mucho más por descubrir en esa noche. Me siento en el sofá y la tomo por su cintura levantándola por sobre mi, ella coopera porque se me hace muy fácil tomarla y ponerla sobre mi verga que a esas alturas ya la tenía a reventar de erecta. A pesar que yo tenía el pantalón aún y ella su braga y su minifalda, me sintió y, con una voz muy coqueta y cachonda me dice al oído “la tienes dura”, a lo cual le respondo también al oído y, en voz baja “ todo eso te voy a poner” ella dejo caer un gemido mientras movía su cadera frotando su exquisita concha sobre mi verga, aún cautiva en mi pantalón. Al tenerla sobre mi, tenía acceso a casi todo su cuerpo que recorrí una y otra vez rasguñando su espalda y llenando su boca con mi lengua, humedeciendo sus costillas y pechos con mis labios.

Ya no tenía control, eso la excitaba y con cada grosería que susurraba en su oído sus gemidos se hacían desesperados. Yo no daba más de excitado y mi verga estaba a punto de atravesar toda vestimenta para poder entrar en tan rica concha. Nuevamente, la tomo por la cintura, esta vez ya decidido a entrar en su cuerpo, la recuesto sobre el sofá y me pongo de pie frente a ella que me miraba toda cachonda. Veo sus piernas aún juntas pero semiflectadas y medio de costado, mostrándome que tremendo culo, su minifalda a la altura de la cadera ya había perdido toda utilidad. Me desabrocho el pantalón y lo bajo con todo y ropa interior. La veo, sus pechos candentes sus manos una sobre el respaldo del sofá y la otra en su boca saboreando lo que ya vendría.

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Ya completamente desnudo, nada más que retirar, todo lo que sobraba era la minifalda y su braga muy coqueta y sensual, la retiro despacio con ambas manos, ella colabora levantando la cadera dejándome ver su cuerpo en plenitud. Yo poniéndome como loco al ver su depilación completa, me acelero y me lanzo a besar su barriga, mientras ella se arqueaba de placer “que rico mijita la tiene peladita” le digo, “toda tuya” responde. Voy bajando lentamente con mis labios besando sus caderas y acercándome a su concha “que zorrita tan rica” insisto, “esta mojadita para ti” responde.

La miro y paso la punta de mi lengua por sus labios mayores depilados y muy suaves, siento su aroma que me vuelve loco, su clítoris ya está asomado y mojado y, deseoso de sentir mi verga dentro. Lo beso, paso mi lengua de arriba abajo, la muevo en círculos y escucho gemidos de locura, la tomo por los muslos y la arrastro hasta la orilla del sofá con la cadera casi afuera. Ella gime desesperada, enloquezco y vuelvo a chupar tan exquisita concha mientras con mi lengua intrusa la penetro tanto como mi anatomía lo permite y ella me dice “cómeme la zorrita”, “te voy a culiar” respondo, “culeame “ me dice.

Me pongo de pie, la tomo y la pongo de rodillas dándome la espalda. En ese ya desordenado sofá se inclina y levanta ese culo hermoso, con mi mano derecha le doy una nalgada con la izquierda tomo mi verga y acaricio sus nalgas.

Al sentir mi pene cerca se inclinó aún más para dar entrada a lo que ya era una necesidad para ella. Lo pongo en el centro de sus nalgas, bajo hasta el clítoris tan mojado y suave que mi verga no tuvo ninguna fricción incómoda y entró como si ese fuera su lugar de vida, ambos gemimos. Con mis dos manos la aprieto contra mi, sin dejar de empujar hacia adelante a pesar de haber llegado a lo más adentro posible, sus gemidos ya no tenían control y eran desaforados. Sin dejar de penetrarla la tomo de sus pechos y la apego a mi cuerpo, sus brazos me abrazaron hacia atrás, no sé si en aprobación o por deseo de seguir en la penetración profunda que teníamos.

En esa posición tenía acceso a todo su cuerpo, que recorría con mis manos, como si de eso dependiera mi vida. Lleve mis dedos a su boca la cual abrió para así lamérmelos desesperada, con mi otra mano bajaba por sus pechos deslizándola por su abdomen hasta su depilada concha, su húmedo clítoris mojaba mis dedos mientras los movía de forma circular, para luego llevarlos a su boca, la cual recibía ese húmedo regalo, como si fuera agua en el desierto. Mi cadera no dejaba de moverse y presionando la suya con mi mano contra mí, lograban sacar los gemidos mas exquisitos que jamás había oído. Su rico clítoris me apasionaba con su humedad, tanto que ya no retire más mi mano derecha de ahí. Cuando bajaba mi mano podía sentir mi pene entrando y saliendo, yo presionaba el clítoris contra mi pene, lo cual la hacía gritar de placer.

En ese instante, me dijo, que ya se venía “vamos mijita te voy a dejar llenita” le dije. No terminaba de decir la frase cuando sus gemidos más salvajes me hacían evidente su clímax, no solté su clítoris hasta que acabamos ambos, en un concierto de gemidos y gritos como si no existiera nada más en este mundo y nadie pudiera oírnos.

Poco a poco recobramos el aire y la fui soltando lentamente. Comencé a sentir mis piernas ya cansadas, en eso recuerda que su sobrino dormía en la habitación. con cara de susto tremendo corre desnuda a ver a la habitación, por suerte, el niño aún dormía y no escucho nada. Nos miramos y no contuvimos la risa, por lo salvajes y mal cuidadores de niños que somos. A continuación, nos vestimos y acurrucamos sobre él ya ordenado sofá. Ademas, prometimos volver a vernos, pero la próxima vez sin niños que cuidar, a pesar que no fue un impedimento para desatar nuestros más oscuros deseos.

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