La Chica de la Sonrisa Coqueta

Desde que recuerdo, miraba a ésa chica. El pueblo en que vivíamos era pequeño y, en más de una ocasión la encontraba en los lugares más concurridos. Ella es morena siempre sonriente y un culito que está para enloquecer, su cabello negro lucia muy bien su coqueta sonrisa. Y cuando alzaba sus brazos para arreglar ése cabello, sus pechos sensuales se destacaban, ella sabía que era sexy. Imagino que lo hacía a propósito. No sabía dónde vivía, pero si sabía que podía encontrarla en algún momento, y así abordarla, para hablar con ella, invitarla a salir. Y así darle a conocer mis deseos más escondidos y tener a la chica de la sonrisa coqueta completamente para mi.

Por esas cosas de la vida no la volví a ver. Y sin darme cuenta la había olvidado por completo.

Yo, me casé, luego me separé, posteriormente al cabo de unos años en ése periodo de soltería, la encontré. Fue en una fiesta de unos amigos. Se veía divina era verano y lucia un chaleco Delgado que dejaba lucir sus hombros. Conversamos un rato. Yo la miraba fijamente, ella sonreía coqueta. Luego bailamos. Ya la noche se estaba encendiendo, al ritmo de los sonidos latinos la tomaba por la cintura, la apegaba hacía mi cadera, Ella respondía con suaves movimientos, siguiendo el juego. La fiesta comenzó a decaer y, fuimos en un grupo pequeño hasta su casa para seguir con la parranda. Ya en su casa, nos instalamos en el sillón yo junto a ella. Bien pegados para sentirnos, cada vez que podíamos nos acercábamos para rosar nuestras manos, cómo por casualidad.

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Después de un rato, casi todos se fueron, quedando solo su amiga con su pareja y nosotros dos. Su amiga salió en un momento al patio a fumar un cigarrillo, yo me acerqué y, le hablé al oído, ella me respondía muy sexy, yo sin pensar mucho comencé a besarle el hombro muy insinuante. Ella me dijo “si sigues no respondo» obviamente, seguí, y en un instante, ya nos estábamos besando, apasionados, con mi mano tome su cabellera y la jale con fuerza, mientras, ella gemía. De pronto su amiga volvió y nos separamos y fingimos que nada pasó.

Su amiga y su novio. Que vivía muy cerca, se fueron. Dejándonos solos, por fin. Conversamos abrazados un rato. Yo la acariciaba, primero su cabello, después recorría sus manos, sus brazos, sus hombros, su cuello y me detenía en sus mejillas. Ella inconscientemente giraba su cabeza buscando acercar mus labios a mis dedos. Yo bajaba mi mano rosando su cuello, la deslizaba de un hombro a otro, provocándola, Me acercaba a sus ardientes pechos pero no los tocaba, volvía a sus hombros y cuello. Ella quería que la tomara, pero se resistía. En cada palabra que pronunciaba se la decía al oído. Notaba que su respiración se aceleraba, hasta que tome su cabello fuerte entre mis dedos y la acerque hacia mí. Ella sin protestar, continuo besando y, con un movimiento ágil, saltó de su lugar, para sentarse sobre mí. A esa altura, mi verga, ya estaba tan dura, que no tuvo problema para sentirla, por sobre nuestra ropa. Nos seguimos besando, recorriendo con nuestras lenguas mientras ella se mecía sobre mí, yo sentía su excitación al rasguñar su espalda, tomaba su culo con fuerza, metía mi mano por debajo de su ropa. Podía tocarla a placer. Traía colaless, los recorría por todo ese culo. Mientras yo besaba su cuello, ella gemía. Me volvía loco. Tomaba sus muslos con mis manos, y la presionaba con fuerza contra mi cadera, para sentir mi dura verga contra su mojada concha.

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Era verano, hacía calor y, la puerta que daba al patio estaba abierta. Su mascota, un perro grande, al escuchar los ruidos se acercó, ella en un salto se puso de pie, para cerrar dicha puerta y, así poder seguir con lo nuestro. Yo sin querer separarme de ella, la seguí hasta la puerta, sin que ella lo notara. Al volverse, me encontró de frente, la tome entre mis brazos y la bese apasionado, la puse contra la puerta, tome sus manos y las alce por sobre su cabeza, las sostenía firmemente mientras le besaba el cuello “Te voy a culiar bien rico” le dije. Ella gimió, solté sus manos para comenzar a divertirme con su culo. Metía mis manos por debajo de su ropa y, seguía la forma de su colaless, hasta encontrarme con su húmeda concha. Aun no le sacaba ni una sola prenda, pues ya tenía acceso a tocar todo, sin impedimento. La puerta se encontraba en la cocina. Pero no fue problema para nosotros, la puse contra el refrigerador, ella me paro su culito, le di una nalgada. Luego puse mi mano en su monte de venus y cargue mi verga en su culo, luego baje mi mano a su concha. Que ya más mojada no podía estar. Acaricie su clítoris. Mientras, con mi otra mano, le metía los dedos en su boca. Ella se giró, yo le saque toda la ropa de arriba, chupe sus tetas, lamí sus axilas, quería besarla entera. La cargue con mis manos en su culo, ella ágilmente se aferró a mi cadera con sus piernas alrededor mío, la monte en el mueble de cocina, nos besamos y luego baje por su cuello, sus tetas, su barriga, hasta llegar a su monte de venus, lo besaba, subía a su ombligo.

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Luego le quite los pantalones y la volví a colocar en el mueble, ella abrió sus piernas y, me sumergí en su rico clítoris. Lo besé lentamente, subía, bajaba, movía mi lengua en círculos, le metía la lengua en su concha. Ella, jalaba mi cabello, me hundía en su húmeda y exquisita concha. Cuando llego al orgasmo gimió tanto, que mi verga ya quería estar dentro de ella. Al instante, se bajó del mueble y, me indico una silla junto a mí, yo me senté y ella sobre mí. No tuvimos que ocupar las manos para meter mi venosa verga, entro sin más, en tan rica humedad. Ella se movía desenfrenada. Tanto que sonaban como palmadas los choques de su cadera contra la mía. Mi verga, se sumergía y luego aparecía al compás de sus movimientos. Yo me entretenía, besando y chupando sus pezones, también mordiéndolos y apretándolos con mis manos. Ella, se afirmaba en el respaldo de la silla y en el mueble de cocina, para así tener mayor estabilidad y seguir con su galopar intenso. Sus gemidos y el cese del sus movimientos me hicieron notar otro orgasmo. Yo ya estaba a punto de llegar al mío, tanto que me cambie de posición para calmarme un poco.

Ella, estaba cansada, su movimiento intenso la dejo exhausta. Le pedí que se pusiera de rodillas en la silla. Ella ya conociendo la posición lo hizo tal como yo quería, apoyo sus manos en el respaldo, sus rodillas en la silla y el culito bien parado, para poder meter mi verga bien hasta el fondo. La tome por el cabello y le dije al oído “te voy a follar bien duro”, con mi otra mano tome mi verga y la introduje en su concha, luego tome su clítoris abrazándola desde atrás con mi otra mano tome sus pechos y la penetre tan profundo que sus gemidos los podían escuchar en todo el barrio. Le daba tan duro que la silla crujía. Yo no soltaba su clítoris jugaba con él y le daba palmadas. Ella ya estaba por acabar, yo tambien. Ya no me podía contener. Solté su clítoris y sus tetas, para tomar con fuerza sus caderas. Le di un par de nalgadas y le dije “te voy a dejar llenita”. Mientras, arremetía con fuerza en cada envestida, para penetrarla bien profundo. Hasta que ya no pude contenerme más y, un chorro de semen salió inundando su concha tanto que corrió por sus piernas. Ya más relajado solté sus caderas. Ella las siguió moviendo en círculos, tome mi pene y lo frote por su culo que seguía en su movimiento. Eso comenzó a excitarme de nuevo y, quise volver a follarla, pero me dijo, “no, te tienes que ir”. Yo con ganas aún, quede impactado, pero feliz……

Sigo con ganas de volverla a encontrar, para continuar lo que quedo pendiente.

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