Despertar Sexual

Desde mi primera infancia vivo en el mismo lugar. Soy un joven promedio, estudio en un colegio a unos 10 km de mi casa. El barrio dónde está enclavada es humilde y cerca del centro de la ciudad, en ese barrio fue donde ocurrió mi despertar sexual y erótico.

despertar sexual de mujer

Ansias de un despertar sexual

Fue en ése barrio dónde la conocí. Cuando éramos apenas unos niños, ya nos gustábamos y, en los juegos infantiles siempre queríamos estar juntos, además, cuándo hablábamos del futuro siempre decíamos que estaríamos casados.

Ella también era de familia humilde con unos padres sobreprotectores, la misma edad que yo, pero intelectualmente muy inteligente, además de osada, siempre lograba escaparse para poder vernos a escondidas, dónde hablábamos por horas, parecía que el tiempo se comportaba de manera distinta cuándo estábamos juntos.

A mis 15 años mi cuerpo ya se torna más atlético y fibroso, mi pasión por el deporte rendían sus frutos y me ponía mas activo, en cuanto a mis hormonas me ponían mas deseoso y, mis pensamientos hacia ella eran distintos a esos inocentes de la niñez, yo siempre la respetaba y me controlaba para no desatar esa lujuria que venía acumulando desde ya algún tiempo.

Lluvia y Pasión

Un día de invierno ya oscureciendo y pronto a llover, yo volvía del colegio y ella me estaba esperando, corrió a encontrarme y me beso apasionada, yo con mis hormonas alborotadas respondí lujurioso, nos besamos muy apasionados, jamás había sentido tanto deseo en sus besos, sus labios eran candentes y su lengua aparecía tímidamente y rosaba mis labios. Como ya estaba oscuro, junto con la proximidad de la lluvia, hicieron que nadie pudiera interrumpir aquel momento único, seguimos besándonos y no me importo el lugar, empecé a recorrerla con mis manos tímidas y temblorosas.

No nos importaba nada, la lluvia comenzó a caer sobre nosotros, lo cual hacia nuestro beso más apasionado hasta que ella me detuvo para decirme “vamos a mi casa mis padres no vuelven hasta mañana”, sin esperar mi respuesta, me toma de la mano y corremos bajo la lluvia, intentando vanamente protegernos ya que a esa altura estábamos empapados.

Cuando entramos a su casa, que era muy parecida a la mía, un jardín pequeño protegido por una reja, la puerta de la casa conectaba con el living, donde tenía un sillón grande sobre una alfombra de lana que parecía de un cordero, junto a ella una chimenea que tenía ya una pequeña llama, en el costado un montón de trozos de madera, ya dispuestos para avivar las llamas de tan acogedora chimenea, me apresuro y lanzo unos maderos al fuego, para mantenerla bien encendida.

Ella como toda buena anfitriona, me ofrece un té, luego me mira y me dice “estas mojado” y de nuevo, antes que respondiera cualquier cosa, me dice “sácate eso, traeré ropa seca”, me saco la chaqueta y la polera, ella al volver me mira, aún con mirada pícara y me dice “ponte esto”, al mismo momento que me da un pantalón de pijama y una polera de dormir, ella ya se había cambiado.

Conversamos y reímos por un rato, tanto que la ropa ya estaba seca, miré por la ventana que daba hacia la calle, aún llovía.

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Ambos teníamos mirada de deseo y curiosidad, tomé su cara con mi mano para besarla suavemente, conteniendo las ganas de besarla locamente, ella quedo sin movimiento alguno, en cambio no rechazó ese tímido beso, luego me alejo unos centímetros y la miro, sus ojos aún permanecen cerrados, sus brazos inmóviles, acerco mi mano a su cara para acariciar sus labios con mis dedos, su cuerpo sigue inmóvil y su respiración comienza a acelerarse, con mi mano izquierda abrazo su cintura, para con mi derecha abrazar su cuello recostándola levemente hacia atrás, ya completamente entre mis brazos que la sostenían para no dejarla caer, la beso en el cuello, ella responde acariciando mi cabellera, me acomodo, para posteriormente dejarla caer suavemente sobre la alfombra, me arrodillo junto a ella, cruzando mis manos por mi cadera me saco mi polera, la cual gentilmente me había prestado.

Ese acto fue seguido fijamente por su mirada, mientras su mano acariciaba mi pecho, para posteriormente bajar por mi abdomen, la miro a los ojos deseando que no se detenga hasta llegar a mi pene, que ya asomaba por sobre el pantalón que traía. Jamás había sentido a alguien en mi pantalón, ella con toda comodidad, acaricio mi pene, mientras me miraba. De tanto placer me quede inmóvil, sentía que mi pene ya no podía crecer más, que pronto estallaría de pasión, cuando reaccione, ya casi acababa sobre ella, logrando contenerme para no salpicarla encima, ella sabía, que casi había acabado, eso la excitaba, con su dedo, tomo un poco de semen, que había asomado de mi pene, para ponerlo en su boca mirándome fijamente.

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Yo, un poco apresurado, tome su camiseta para sacarla por encima, ya no tenía sujetador. Y por fin, tenía para mí esos pechos virginales que tanto deseaba, en mis momentos de masturbación. Yo, aún seguía de rodillas, con mi pene fuera del pantalón, y ella, esperando y aceptando cada caricia que viniera de mí parte. Ahí estaba, tendida en la alfombra, con los brazos sobre su cabeza. Yo, con ambas manos comencé a recorrerla lentamente, desde la punta de sus dedos bajaba suavemente por sus muñecas, pasaba por su antebrazo, sus axilas y rodeaba sus pechos casi sin tocarlos, dejando que sólo sintiera un leve roce de la yema de mis dedos por el costado de sus pechos. Cuando llegaba a su cintura, la tomaba firmemente con ambas manos y, levantaba su cadera, al mismo tiempo besaba la parte baja de su abdomen, para seguir besando su costado.

Ella arqueándose de placer, se puso de costado, con una pierna sobre la otra, extendiendo su brazo, indicándome, que camino quería que recorriera con mis labios, me acerco a su costilla por el costado y, con mi mano derecha, tomo su cabello, lo revuelvo despeinándola, mientras beso su pecho y paso mi lengua desde tan adorable posición pasando por su cuello hasta llegar a sus labios.

No lo había notado pero todo el placer que sentíamos y entregábamos, no tenía más que ese tierno beso, antes de tenderla en el piso. Al besarle nuevamente, me desenfreno, tomo sus muñecas con mis manos y me pozo sobre ella, que tuvo que hacer un esfuerzo, para que yo quedara más cómodo entre sus piernas. Nuestros pantalones seguían en su lugar, aún cuando empezamos a movernos para sentirnos, nuestras pieles ya se fusionaban con nuestros pechos ardientes y desnudos. Solté sus muñecas, ella me abrazo, yo tome su cabellera, mientras besaba su cuello. Ya desesperado no daba más de deseo, volví a ponerme de rodillas, para mirarla esperando su aprobación. Nunca lo había hecho y no tenía experiencia, pero ella aclaro toda duda bajando sus pantalones.

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Al fin la hice mía

Me moví para no incomodar y poder sacarme los míos. En un instante estábamos desnudos, mirándonos, deseándonos y sintiendo el tibio calor de las llamas, que eran testigos únicos, de tan romántico episodio de nuestras vidas. Nunca había visto una mujer desnuda, y el solo hecho de verla me tenía muy excitado, volví a ponerme sobre ella cuando por fin sentí mi pene en su vagina. Era la sensación más exquisita que había sentido, su humedad, su calor y la respiración agitada en mi oído era lo máximo. Jugueteamos un rato frotando nuestros cuerpos, hasta que ella tomo con su mano mi pene, y en un movimiento primero hacia arriba, luego hacia abajo, para humedecerlo, hasta que lo puso dentro de sí. Yo, extasiado, empujé, tan dentro como si quisiera que nuestros cuerpos se fusionasen, para convertirse en uno sólo.

Ella, gimió como nunca la había escuchado, yo, la penetraba despacio pero con intensidad, cada vez que nuestras caderas chocaban, la presionaba contra mí, para hacer la penetración más profunda, y así sentirme cada vez más dentro de ella. De pronto, sus gemidos erancada vez más cortos, su cadera se movía más intensamente. Yo, ya no daba mas de placer, le digo al oído “voy a acabar”, ella, sin pensar me dice “hazlo”. La tomé con una mano por la cadera, y la otra por su cuello, la apreté contra mí, para no soltarla nunca más en la vida.

Inocencia y Pasión

Con la sensación de que éramos uno sólo, y entregados al placer sentíamos, sabíamos , que no existía nada más que nuestros cuerpos, sincronizados, en un movimiento lleno de deseo, lujuria, inocencia y erotismo. Sus gemidos eran de placer, podía sentirlos como míos. Seguimos apretados, hasta que exploté dentro de ella, en un estallido de lujuria. Ella aún gemía, a pesar de que ambos habíamos acabado, nos mantuvimos apretados, hasta que se nos acabaron nuestras fuerzas, entonces, nos soltamos lentamente, para recostarnos uno junto al otro, tratando de recobrar la respiración. Fue el momento más hermoso de mi vida, un momento que nunca olvidare, éramos amigos, novios y desde ese día fuimos amantes en nuestro despertar sexual y erótico.

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